El texto a continuación recoge una conversación en Belgrado (Serbia) el 1 de septiembre de 2012.
La conversación duró lo que el texto tarda en ser leído:
un minuto treinta y nueve segundos.
El texto fue escrito en la agenda telefónica de una Moleskine, a falta de espacio en la propia Moleskine, en un tren con destino a Sarajevo.
My Street, 2008 "The first thing every new government does is change the name of the streets. My street used to be called Djure Djakovica, after a Communist hero. I don't know what it's called now." Belgrade belongs to me, by Serbian photographer Boogie |
Belgrado es España en los 70 pero con inversión extranjera
(macdónalds y conciertos de Rihanna). Los edificios son Mondrians estalinistas
en sepia: moles cuadradas de cemento con ventanas cuadradas sin marco. Cuando
no son de cemento son de piedra y también cenicientas, pero por la
contaminación. El envejecimiento es a Belgrado lo que la proporción a Platón:
una regla elemental de la belleza.
[0'15'']
Para mole la del imperialismo serbio, dicen el imaginario
occidental y los libros de historia (porque para los libros de historia que
divergen de este prisma no hay fondos occidentales ni, por tanto, posibilidad
de publicación). No se equivocan: la madre de M. sigue diciendo que «como en los tiempos de Tito, nunca».
La propia M. te habla de ellos en una complicada tercera persona del
plural que nunca se aborda explícitamente y que pueblan su discurso de frases a
medio terminar. Ellos son los que dibujaron fronteras
caprichosas con Clinton, la UE y la OTAN guiando los trazos de la mano: «[Ellos] dicen que hablan otras lenguas, pero.
Todo el mundo tiene familia en Bosnia, en Montenegro y en Kosovo, sabes. [Ellos] se llaman país pero.» M. baja la voz.
[0'43'']
La noche anterior M. puntualizó que no es no hablen de la guerra,
es que están cansados. Paseábamos por Kalemegdan, una fortaleza con tanques expuestos a los márgenes de los
caminos más transitados. Zigzagueamos por la exposición fotográfica al aire
libre: focos naranjas iluminan desde el suelo perlas arquitectónicas de Polonia
y grandes infraestructuras de Austria (la Unión Europea haciéndose hueco, por
si acaso un día se les apareciese la virgen y Serbia reconociese la
independencia de Kosovo).
[1'16'']
Como os decía, M. baja la voz: «Total, [ellos] son todos serbios.» Yo
me fuerzo a no abrir demasiado los ojos de golpe. Trago saliva y me callo.
Paramos a comprar los billetes de autobús. Se niega a dejarme que me pague el
mío. Aparta mis dinares del mostrador y me sonríe. Durante los tres días que
permanecí en Belgrado siempre pagó ella.
paulasánchez [1'39'']