Por
ejemplo, no encuentro mi magma desbordante de pena. Juraría que lo
había metido en sacos, de tanto que me sobró hace unos años. Tampoco sé
dónde está mi órgano palpitante hecho migas; sigo notando en el pecho un
ritmo militar que ya no va a agazaparse con cualquier desunión. Las
personas se merecen una cercanía, no una distancia hedionda; las
personas se merecen no tener que agarrarse a un clavo ardiendo. Los
escalofríos en el estómago cuando pienso que no vas a acordarte del
calibre de mi voz, no los tengo, no sé dónde los he puesto. Ahora salgo a
la calle con más hombres y a veces, dejo que me den un beso en la
mejilla, y a veces, dejo que se acomoden un poco más abajo del filo de
mi mandíbula para contarme al oído metas preliminares. Sé que seguirás
teniendo esa extrañeza y esa belleza de musgo antiguo y sé que no vas a
volver a tenerme entre las piernas; también sé que he debido perder las
bombas en el lagrimal porque no lloro, no estoy llorando, y eso que yo
quería darte el gusto.
Las personas se merecen reciprocidad a mansalva, algún fantasma pero no
un jodido ectoplasma; las personas se merecen que alguien venga y les
diga 'oye, que yo no te tengo miedo, que yo me quedo'. Se me han
extraviado las obstrucciones en la tráquea cuando me entra la
consciencia de que aún vives muy tranquilamente. Mira a ver si me he
dejado los versos suicidas entre tus cosas, las costillas magulladas de
las madrugadas, los girasoles podridos de mi nostalgia; mira a ver, que
por aquí no están. Ahora he vuelto a las noches revoltosas, a pesar del
esfuerzo para darle arranque a mi maquinaria sangrante. Ahora consigo
romper media sonrisa a contrasol, me voy a dar por satisfecha, y eso que
yo no quería darme el gusto.
Qué desastre, que no sé dónde he
puesto nada de lo de antes. Que me he vuelto desorganizada, descuidada
contigo y tus reliquias. Las personas se merecen a las personas, no a un
grueso muro de ladrillo majestuoso. Las personas se merecen una buena
compañía, así que viendo que me va a hacer falta, vas a tener que
devolverme la mía.
Paula Sanz.
Fantástico. Un buen texto.
ResponderEliminar¡Gigante! Muy satisfecha de que la maquinaria vuelva a ponerse en funcionamiento ;).
ResponderEliminarpd. Me encanta la última canción :)