Joan Colom, 1960
Ah, pensaba que sí. Se le atragantan
los aires garbosos. El aguamiel
de la piedad le agrieta la garganta.
Yo sola, para azularme la piel
a golpe de pésames –de abstentes–,
me basto: tengo piedras a granel
y al yerro una tendencia persistente.
Maldita la indolencia que me atrae.
Es lamentable electrizarme al verte
–piensa mientras le habla y se distrae–.
Puestos a lapidar, que sea de frente
–exige al tiempo que la losa cae
aunque él no está de espaldas–. Él asiente,
él sonríe lo justo y por cumplir.
Ella encuentra su falda improcedente.
paulasánchez
No todo es cenagoso en la vida
ResponderEliminarNo te puedo explicar lo apropiado que me parece y lo concretísimo. Siempre me dices que yo resumo mejor que tú las sensaciones. Pues, amiga, me acabas de dar una lección de las buenas.
ResponderEliminar''Ella encuentra su falda improcedente.''
''Puestos a lapidar, que sea de frente''
''para azularme la piel a golpe de pésames''
Apaga y vámonos,