miércoles, 29 de agosto de 2012

The stinking rose.

The human tendency to be afraid of something beautiful is awkward.
- Elliott Kay-


Obscenidades que pudren a las rosas: ahí lo tienes, mi clítoris invicto. Por ejemplo. Me dedico a esto, a ser vulgar. Excepto cuando presiento la naturalidad terrenal de tus manos. Entonces broto bidireccionalmente y con todo lo que tengo - ojos inyectados en aguijones, la boca mutilada - me amanso, me mejoro. El universo expande los corazones estallados como premio por no sucumbir a las bombas. Porque un día alguien lo merecerá, lo sostendrá entre sus dedos y se llevará las astillas a la lengua, una a una, hasta que se consiga el reparto de las espinas.

Tengo un pozo furioso de agua dentro.
Tienes una llanura virgen de angustias dulces.
Tienes mi puño y letra sobre la espalda, que dice:

La faim
La hembra
Est sombre
Es hombre*


Tengo el cuerpo como un feto no-nato que supura calor y agua cítrica y jazmín.

Delicadezas que nutren a las rosas: nada. No puedo, no sé. Excepto cuando  presiento la costra amarilla que te crece dentro. Entonces mi egoísmo se avergüenza y te tiendo mis brazos para que hagas equilibrio sobre ellos. Toda la vida esperando un afecto con efecto desdoblado. Para qué. Lo que cuenta es acertar en el enredo hasta que se consiga el reparto de las heridas.

Estoy condensada en lo alto de tu boca.
Estás irresistible cuando amaneces en tu voz.
Estás conmigo en la frase que dice:

Eat Drink Man Woman 

Estoy r
              e      v     o       
            l    u        c    i o          n a                d           a

desde que estoy, tienes, estás, tengo.


Paula Sanz
* Fragmento de un poema de Eiba Reiro publicado en  Tenían veinte años y estaban locos.