jueves, 14 de febrero de 2013

Cuando fui mortal.

Gueorgui Pinkhassov

No son más que palabras, pero pongo a mi enjuto cadáver por testigo de que estoy solo, de que estoy contigo.
-Joaquín Sabina-

Aquí a mi lado tengo a veintitrés locas desplegadas
y por cada una, una edad desajustada.
Están aquí y se callan, muertas las musas,
excepto cuando intento desahogarme,
y entonces me dicen:
espera, primero traga.

''Un puñado de escamas de labios -les cuento-,
un rugido celestial, entre la hierba toda mi sangre,
un contoneo sudoroso en mi paladar. 
Así le quiero yo. Gritando.''

''Me faltan una pierna y un brazo y un hombre -les cuento-,
me falta una línea continua, una luz dirigida,
una mano en mi pecho que diga:
espera, primero respira.''

No hay peor soledad que la predefinida,
aquí a mi lado tengo a veintitrés locas
que no saben si llorar 
o matar el tiempo en otra herida.

''Un bulto rojo en la esperanza -les cuento-
piel de neumático desgastada, 
una mamada a la crueldad aprendida
por no bajarme la falda.
Así es como me encuentro yo. Suplicando.''

Aquí a mi lado tengo a veintitrés locas agónicas
que me miran con cara de pena,
que me prestan consejos muy rotos,
excepto cuando me dicen:
Aguanta tú, 
aguantad vosotros.


Paula Sanz
Boston, febrero 2013