domingo, 23 de enero de 2011

Salt meets wound.



I am sorry I was wasted
on the places that you love.
   I should offer my condolences 
to moments come and gone.
But it dawned on me
that we can't let this bad habit
of reunion
bleed to death at our feet.

If five months were
to exonerate me from the tantrum.
From the reckless misplacement
of words
you always meant for me.
But it sprung to mind
it's only fair to want you back
nearing my bliss.

I am sorry time was wasted
on this heart that couldn't cope.
And I should probably
be breaking
this stance I barely hold.
But it just occurred to me:
I can't and I will not.


Paula Sanz.

martes, 18 de enero de 2011

Tu rostro mañana.

-I can tell you what I haven't seen. I have never seen something like us.
I think I felt you in my legs before I even met you.-





Mira si yo te querré,
que voy a sucumbir a la evidencia.
Que voy a elevarte mi ancla,
desvincularte de mi tediosa flaqueza.

Mira si yo te querré,
que eres mi mejor mitad
y mi afincada preferencia.
Que te devolveré a los brazos de otra,
que intentaré que creas en mi pobre indiferencia.

Mira si yo te querré,
que se me está minando el cuerpo por tu falta
y hago como que avanzo,
como que soy manantial,
para que no tragues viscosa aspereza.

Pero mira si yo te querré,
si yo quiero a tu rostro mañana,
que aún sabiendo
que somos imposibles,
sé con certeza
que voy a quererte separadamente,
sin condescendencia.










Paula Sanz.

martes, 11 de enero de 2011

Where does the good go?


- ''...Verás, es que si no, me vuelvo loca (me vuelves loca, quería yo decir). He hecho una lista con las cosas que me tengo que comprar,¿quieres que te la lea? Es solo un momento de nada. Mira, lo primero, algo dulce, que la distancia sabe a tiza vieja. Dos pares de remos, para llegar a la otra orilla y evitar hundirme con todo esto. Tres montañas, donde colocar los castillos que he construido en el aire y que se me están tambaleando. No te rías, no, que es cierto. Si a levantar los castillos me has ayudado tú, listillo. Bueno, sigo...cuatro esquinas de una cama, no del foso de penumbra de mi duermevela. Cinco clavos que no sacarán tu clavo, pero oye, yo apunto alto. Quizás al quinto ya no siga remojada en tu magnificencia. Quizás, por lo menos, me ayuden a cubrir de remiendos las laceraciones de tu nombre. Seis abrigos que abulten, para colocarlos a mi lado por las noches y fingir que aún me destapas. Siete pecados capitales que vender más caros de lo que me valieron. Así hago hucha para los ocho(cientos) euros que me cuesta ir a chocarme contigo por casualidad en la calle. Nueve espejos donde reflejar una foto tuya, y creerme que estás conmigo sin importar el ángulo. Sí, sí, uso la foto con la bufanda esa que tanto te gusta. Es la que más justicia te hace. Que...¿por dónde iba? Ah, ya, diez. Diez minutos extra en el día, para compensar los diez minutos que pierdo devanándome el cerebro sobre nosotros cada mañana. Camisas de once baras que ir añadiendo a mi colección de laberintos sin salida. Doce uvas para volver a repetir las supersticiones, que la buena suerte me anda faltando desde que no estás. Trece canciones nuevas que no digan nada remotamente parecido al amor. Catorce suscripciones al verbo 'superar'. Quince ramos de flores por los quince meses juntos que igual nunca llegaremos a celebrar. No me pongo dramática, no, pero las dosis de realidad hay que emplearlas de vez en cuando. Bueno, y yo creo que más o menos eso es todo. A lo mejor dieciseis ladrillos con los que ir preparando una pared que me aísle del resto de los hombres. No, no estoy hablando de abstinencia. Te estoy diciendo que es porque no cabe en mí más vínculo que tú. Ya lo sé que estoy loca, si te lo vengo comentando desde hace un rato. Pero no te preocupes, corazón. Voy a estar bien. Solo nos hace falta paciencia, eso se me ha olvidado ponerlo en la lista. Paciencia, que cada día quedará menos. ¿Cómo que menos para qué? Pues para no tener que estar teniendo estos gastos en la compra, corazón, para eso.''

Click.-








Paula Sanz.

La jeunesse guidant le peuple.



‒Âpres deviennent les mains qui vous furent

données pour bâtir, à force de rester raides.


Elles se défoncent pour démolir les haies

érigées par les mêmes qui nous jugent.


‒Amuï, notre héritage des « J’accuse »,

des dix-huit juin, des cris les mois de mai...


Sachiez qu’en restant cois on entend mieux

bramer les hardis qui frappent à nos murs.


Voilà votre esprit compétiteur,

voilà l’humanité en désuétude

et voilà notre assourdissante clameur :

Abjurions du mot Moi que tout prélude

et tout avarie ! Hissions les couleurs

du drapeau en berne pour la gratitude !


paulasánchez

domingo, 9 de enero de 2011

Si nos dejan.

 
No quiero no hacerte el amor
y
e      x      t     e    n    d    e    r

tu                                  lejanía,
si la herida fuera vida,
ser mi cárcel y mi propio ladrón.

No quiero no hacerte el amor.
¿Qué hago sino con el placer de
re

co


rrer



te




len





to,
conmiguerraalverbosepararse
y  a la tradicional idea de cuerpo
de puro encajada en ti?


Paula Sanz y paulasánchez.

martes, 4 de enero de 2011

Ni para teatro de barrio, valemos.

(C. MacNeill)


TROFIMOV: ¡[Varia] Pone demasiado celo en las cosas, se mete en lo que no le importa. Durante todos estos meses de verano no nos ha dejado en paz ni a Ania ni a mí, tenía miedo de que entrásemos en amoríos. ¿Qué le importa a ella? Y además, por mi parte ni siquiera había atisbos de ello, ¡estoy muy lejos de la banalidad! ¡Estamos por encima del amor!

[…] LIUBOV ANDREEVNA: (enfadada, pero conteniéndose) ¡Tiene usted veintiséis o veintisiete años, pero parece un colegial de segundo año! [...] De candor no tiene usted nada, es usted un cándido presumido, un hombre ridículo y extravagante, un monstruo… "¡Estoy por encima del amor!"... ¡No está usted por encima del amor! ¡Lo que le pasa es que es usted sencillamente un desmañado […]!

El jardín de los cerezos, Chejov

*

EL HOMBRE (dando vueltas por la habitación incesantemente, los zapatos con lustre pero sin rumbo, la mirada perdida en el techo): Hoy he asistido a una charla fascinante, querida, (pronuncia separadamente cada sílaba) fascinante. El problema financiero internacional. Nada más (se estira el chaqué) y nada menos. El ponente ha estado sencillamente sublime. La crema (enfatiza describiendo en el aire con el dedo índice de la mano derecha un remolino ascendente; la izquierda permanece dentro del bolsillo izquierdo, LA MUJER cuenta los segundos para que EL HOMBRE eche una ojeada distraída al reloj que guarda en él) de la intelectualidad. ¡Y la sala, casi vacía! (acompaña sus exclamaciones lanzando los brazos al aire) ¡De verdad que no me lo explico! (tal es su zarandeo que tiene que salvar su sombrero de copa de caer al suelo, se cala de nuevo el sombrero y reanuda la marcha frenética) La semana próxima versará sobre China. No quepo en mí de impaciencia…

LA MUJER (simultáneamente al comienzo de la intervención de LA MUJER, EL HOMBRE saca el reloj del bolsillo y le dedica un rápido vistazo, sin frenar su caminar extraviado): Durante tres años pensé que podría aprender chino, pero me di cuenta de que no. Ninguna lengua sabe de dinero. Por mucho que lo intentes. No se dejan aprender. [No se dejan. Creo que esto te sonará.]

EL HOMBRE: …El problema internacional (se plancha innecesariamente con las manos la raya impecable de los pantalones), tiene una solución bien sencilla, ¡hombre! ¡Evidente en épocas de liberalismo económico! (su indignación provoca el tambaleo del sombrero de copa) ¡Invertir en los mercados emergentes! ¡Sudamérica!...

LA MUJER (al tiempo en que LA MUJER toma la palabra EL HOMBRE toma su reloj, lo ojea, lo devuelve al bolsillo y vuelve a describir sinsentidos sobre el suelo de madera): Cuzco, de emergente, tiene bien poco. Cuzco es un valle encajado, por no decir hundido. En Cuzco, de noche, se desperezan Los Andes y lo abrazan porque hace harto frío. Aquí, en cambio, hace tanto calor que apenas sí alcanzo a respirar. Creo que voy a abrir un poco las ventanas. [A ver si alguien hace lo propio con tus ojos.]

(Un haz de luz grisácea, luz de luna velada de niebla, vierte algo de claridad sobre la parte izquierda del escenario, cuya tupida penumbra vetaba hasta este momento la apreciación de LA MUJER al público, únicamente intuible por la voz. La mujer está desnuda. El cabello le cae suelto sobre los hombros. No solo está desnuda: está también despeinada.)

EL HOMBRE (tributando a LA MUJER el mismo atisbo desatento que al reloj): …Independientemente. No dejo de darle vueltas a qué será de mí dentro de unos meses. No sé si dedicar mi vida a las leyes (sopesa ladeando la cabeza, el sombrero de copa casi vuelve a precipitarse)… o a las finanzas… o quizá un puesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores… no sé qué le pasa a este sombrero…


paulasánchez

lunes, 3 de enero de 2011

An end has a start.


No era justa, aquella indiferencia. No era de ninguna manera lógica, y sin embargo, ahí estaba, taladrando a poquitos su paciencia, su mísero aguante. Pero quizás no era tan leve. Quizás su templanza merecía un monumento. Por no caerse redonda todas las veces que se encontraba mal, por no llorar sobre los hombros de los desconocidos, por caminar recto en la calle, por pretender que La Vida no le estaba sorbiendo su vida, por seguir levantándose por las mañanas con la inocencia apretada contra los labios. Nadie procuraba comprenderla, porque la daban por loca. Loca de amor y loca de quicio y loca de muchas otras cosas que no vale la pena enumerar. Tenía una brecha morada dentro del cuerpo, imperceptible al ojo torpe del humano común, y sangraba siempre, gotas verticales y ácidas, todas las horas, y le dolían el cuello y la cabeza, le dolían el desuso y el mal uso de su cuerpo jóven y viejo. Tenía una brecha morada que se rasgó de golpe cuando llego la indiferencia, cuando se la castigó con un silencio inmerecido y extraño. Y nadie venía al rescate porque ya nadie hace eso, y además, ¿cómo se salva un naufragio?. No es posible la reconstrucción de las velas rotas, del mástil despedazado, de los nervios hechos añicos. Lo que más sabía era que los minutos eran plastosos y que los cafés ya no podía tomarlos con azúcar. Sabía que no le quedaba nada, nada, nada, y el tonto que se atreviera a llevarle la contraria acabaría por darle la razón si la viera llorar. Lloraba mucho pero en dosis limitadas, por respeto al prójimo, por no abrumar. Le llovieron navajas encima el día que llegó La Indiferencia, se le hicieron más prominentes los huesos. No se podía curar aquello, lo que  tenía no se sanaba. Había un ladrillo atascado a media garganta, sobre el que iban a parar todas las angustias. Y ni se le iban a la sangre ni se le iban a la boca, pero se guarecían de ese modo asqueroso y ella, que andaba recto por la calle y no lloraba sobre los hombros de los desconocidos ni tampoco se caía redonda cuando de verdad se encontraba mal, ella, que perdió el norte, el sur y el este cuando levantó vuelo su avión, ella no se merecía que él la hiciese morir tan fríamente.



Paula Sanz.