domingo, 30 de septiembre de 2012

Belgrado (un minuto treinta y nueve segundos).

El texto a continuación recoge una conversación en Belgrado (Serbia) el 1 de septiembre de 2012
La conversación duró lo que el texto tarda en ser leído: 
un minuto treinta y nueve segundos. 
El texto fue escrito en la agenda telefónica de una Moleskine, a falta de espacio en la propia Moleskine, en un tren con destino a Sarajevo.  

My Street, 2008
"The first thing every new government does is change the name of the streets. My street used to be called Djure Djakovica, after a Communist hero. I don't know what it's called now."


Belgrade belongs to me
, by Serbian photographer Boogie
 

Belgrado es España en los 70 pero con inversión extranjera (macdónalds y conciertos de Rihanna). Los edificios son Mondrians estalinistas en sepia: moles cuadradas de cemento con ventanas cuadradas sin marco. Cuando no son de cemento son de piedra y también cenicientas, pero por la contaminación. El envejecimiento es a Belgrado lo que la proporción a Platón: una regla elemental de la belleza.

[0'15'']

Para mole la del imperialismo serbio, dicen el imaginario occidental y los libros de historia (porque para los libros de historia que divergen de este prisma no hay fondos occidentales ni, por tanto, posibilidad de publicación). No se equivocan: la madre de M. sigue diciendo que «como en los tiempos de Tito, nunca». La propia M. te habla de ellos en una complicada tercera persona del plural que nunca se aborda explícitamente y que pueblan su discurso de frases a medio terminar. Ellos son los que dibujaron fronteras caprichosas con Clinton, la UE y la OTAN guiando los trazos de la mano: «[Ellos] dicen que hablan otras lenguas, pero. Todo el mundo tiene familia en Bosnia, en Montenegro y en Kosovo, sabes. [Ellos] se llaman país pero.» M. baja la voz.

[0'43'']

La noche anterior M. puntualizó que no es no hablen de la guerra, es que están cansados. Paseábamos por Kalemegdan, una fortaleza con tanques expuestos a los márgenes de los caminos más transitados. Zigzagueamos por la exposición fotográfica al aire libre: focos naranjas iluminan desde el suelo perlas arquitectónicas de Polonia y grandes infraestructuras de Austria (la Unión Europea haciéndose hueco, por si acaso un día se les apareciese la virgen y Serbia reconociese la independencia de Kosovo).

[1'16'']

Como os decía, M. baja la voz: «Total, [ellos] son todos serbios.» Yo me fuerzo a no abrir demasiado los ojos de golpe. Trago saliva y me callo. Paramos a comprar los billetes de autobús. Se niega a dejarme que me pague el mío. Aparta mis dinares del mostrador y me sonríe. Durante los tres días que permanecí en Belgrado siempre pagó ella. 

[1'37'']

paulasánchez [1'39'']