jueves, 15 de octubre de 2009

Sex&Sexability

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos.
-M. Benedetti-


En el puro acto sexual de bailar contigo, qué quieres que le haga si me atranco, me pierdo, y se supone que yo guío, que yo sujeto la ligereza de tu cintura y el líquido discurrir de tus susurros (¿¡pero cómo bailas tan mal!?), y lo único que ocurre es que me sale fatal, me siento menos hombre para tí que para ninguna otra (lo siento, te he vuelto a pisar), y maldigo el momento en el que solté la columpiante seguridad de llevar los pantalones para bailar con una cascada de mujer que no hace más que deslizarse sobre mí como caramelo recién cocinado.

En el puro acto sexual de descalzarte, te me antojas de una suculencia que me roza la obscenidad entera, y trazo mapas táctiles desde tus pies pequeños y afilados hasta tu frente sin surcar todavía, sin gemir aún. Me sorprende la escasa suavidad del interior de tus muslos, y me gusta, es más, me encanta que lleves la raza tan al límite, que seas femenina en todo excepto en la piel que más debería serlo, piel que, sin embargo, huele a excesos de corazón y a tintura de melocotón madurando. Y me miro desde dentro, y me asusto (otra vez, joder, ¿cómo lo logras?) ante mi cuerpo insuficiente, la tosquedad de mis hombros y del salvaje tramo que va desde mi ombligo hasta el final. Qué voy a dejarte yo de mí, en tí, contigo y por tí, si yo solo sé ofrecer amor barato y a destiempo, si mis dedos no están educados para hilar tan fino como tú. Como tú así tendida a la penumbra del deseo efervescente. Te recubro con la lentitud más tardía del mundo, te estoy mirando estar (sí que eres guapa, sí), y me tiembla completa la espina dorsal, que me tienes rendido desde que me prestaste tu boca, que me tienes, que me tienes. Tú.

En el puro acto sexual de escucharte, la menudez de mi figura casi sale corriendo, no vaya a ser que descubras sus fallos, que te asqueen sus huecos. Me titubean los dedos ciegos de nervios y de anhelo (¿se puede saber qué clase de cremallera es esta?), la garganta se ríe de mí desde lo profundo, y para profundos, los suspiros que se me escurren de los labios, que avergonzarían a cualquier mujer que se preciase de serlo. La anchura de tu espalda me templa el ánimo, y tapo las deformidades tremendas (qué cuerpo tengo, diosmío, ¡qué hago!), el falso intento de mi escote, la huesudez de lo que soy, y me agarro a tí porque nací para aferrarme a hombres que suenan a melodía salada y a pianos en pleno éxtasis.

En el puro acto sexual de ser sexo contigo, vago por una ensoñación apretada y cargada de asfixia,de chasquidos de lenguas, de cálido y frío, de deprisa y despacio. Cierro los ojos, se cierran ellos por mí, me cierran- no, me abren- , mi cuello no lo soporta, pierde las formas, pierdo la compostura, y eres perfectísimo en cada instante que vives conmigo y de esta manera palpable y universal. Tus manos son lo único que preciso para seguir existiendo, no me sirve respirar, estás por todas partes, la longitud de tus músculos, mi vientre mullido en el reposo aniquilado- ahora tenso-, la verticalidad de tus palabras cristalinas, lo que quiero decirte, lo que te quiero esculpir en el alma, lo que te quiero, te quiero. A tí.





Paula Sanz.

2 comentarios:

  1. A Natalia le ha flipado, eso lo primero de todo jaja. Ahora, no sin colgarte todas las medallas del mundo por el caramelo, el melocotón y la espina dorsal, yo te digo que hablo de Niza simplemente (contrasta como nos llevamos ahora con cómo nos llevábamos en Irse) pero.. de quién hablas tú? Ja!

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  2. increible creo que se queda corto

    belén blanco

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