jueves, 19 de noviembre de 2009

Lui, il fait la bise à l'envers et elle, elle lui offre des pains perdus.


Quizá en el jardín a lo lejos hay una guitarra que se deshace en acordes como quizá antes ya se deshiciera por otra bésame, bésame mucho y una voz cómicamente rasgada la acompaña inventándose la letra de la canción. Lo cierto es que al otro lado de la ventana, ella se prepara un café (descafeinado, que a estas horas ya es por gula) mientras silba bésame, bésame mucho y cada soplo no es sino una evocación furtiva que se derrama de su boca de mujer en forma de corchea liviana. Quizá calle abajo un hombre maldiga el momento en que prometió que le escribiría la canción: la cabeza un incendio de rimas cojas; el pecho un frenesí atravesado de signos de interrogación, como las hiedras que ansiosas devoran el muro del jardín

Il fait nuit, et pendant une seconde deux bouches ont eu le goût du pain, sucre et cannelle en branche.

Quizá cada pregunta íntegramente formulada -cada tilde, cada cataclismo- sea un telón de hojas de sauce que se abre de par en par reveleando los acertijos del coloso. Lo sorprendentemente cierto es que cuando ella se ha querido dar cuenta, el café había desaparecido, se había desvestido y había presionado el interruptor de la luz hacia abajo; y entretanto, bésame, bésame mucho pensando en él. Quizá, si a ella le inquietaba esta volatilidad que parecían padecer sus acciones en la memoria, quizá, y solo quizá, a él le aterrase.

Pendant qu'ils rentraient chez elle, leurs haleines se sont nourries du même air; pourtant aucun d'eux ne s'en est rendu compte.

Quizá en estos momentos él se halle completa, paradójica e inmanejablemente paralizado: que le sea imposible seguir avanzando calle abajo, bésame, bésame mucho tal es la maraña de enredaderas inquisidoras que amordazan sus manos y se prorrogan hasta enraizarlo en el pavimento; quedan hombre y adoquín nizardos oprimidos por la soberbia frondosidad de un jardín inopinado. Lo acojonantemente cierto es que ella habla en francés con cualquiera salvo con él, que ella ahora escucha a Gainsbourg y que ella no se atreve a pronunciar la palabra hombre. Quizá él tampoco veinte.

Lâche-moi, dit-elle (en désirant juste le contraire).

Quizá llegue el día en que él defina con detenimiento los contornos borrosos de su francés huidizo y ella trace la senda de sus pies descarriados; no habrá enredaderas que devoren sino que se regalen muro abajo en un éxtasis de franqueza. Quizá los interrumpa en medio de una conversación el momento en que se observen sin titubeos, se palpen sin pudor, se aprendan sin pensar; y los ladrillos del muro se diluirán de golpe en un riachuelo de queso y miel, bésame, bésame mucho y los nenúfares espolvorearán las mejillas del agua con sus coloretes verdirrojos, y las ramas de los sauces que cosquillean la superficie serán en realidad serpentinas, o regalices de colores, y los acordes difusos testigos de la lontananza, ¡sinfonías...! Lo cabizbajamente cierto, sin embargo, es que uno y otro van a dormir separados, porque las cosas funcionan así y así debe ser. No vayamos a creernos que esto es Jauja.



Un momento antes [...] se hace el oscuro. Y, simultáneamente, los cinco sentidos, respirando hondo en el jardín, apagan sus linternas. Oscuridad absoluta.

El Hombre Deshabitado, Rafael Alberti
paulasánchez

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Creo que es evidente lo que me gusta el texto...ha ido directito al facebook status!:)

    Pero, ''y que ella no se atreve a pronunciar la palabra hombre. Quizá él tampoco veinte.'' merece un privado/llamada con urgencia;)

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