viernes, 6 de mayo de 2011

La avería descalza.


Yo tengo la palabra principios, madreselva prolija, embelleciéndome la voz y la maleza de mi propensión a la primer persona del singular convirtiéndola en un murmullo sordo.

[El estómago se retuerce]

Yo he huido de Madrid a Francia y de Francia a Perú y ahora vuelvo a huir a Francia y tengo miedo de que un buen día se me acaben los planes y el peso de la nada me desvalije la cobardía y la incapacidad de ser sin más, de ser conmigo.

[La boca sabe a hiel]

Yo he oído a mi madre opinar lo que mi padre y lo que las cadenas de televisión que se ven en casa.

[Se aprietan las mandíbulas]

Yo he visto a gente bailar para festejar la muerte de un desgraciado al que la muerte ha ahorrado el esfuerzo de aprender.


[El pecho se deshace en arritmias y estertores]


Yo he avivado con disimulo el fuego de la fragua en que se forja la gula de Occidente mientras proclamaba a voz en grito que arda, que arda, que arda.


[Se infecta el cuerpo de magulladuras violetas y amarillentas]

Yo aparté la cara a alguien y el arrepentimiento me abofeteó la décima de segundo en que comencé el giro de ciento ochenta grados.

[Cada conducta farisaica es una pedrada]

Yo me he enfundado en una americana y he adquirido prensa económica extranjera para que mi apariencia refleje el nivel económico e intelectual que mi palabra no.

[El alma se desangra]

Yo he escuchado a un milagro de persona llorar y decir ya no tengo nada que hacer aquí, quiero que venga y que pase rápido.

[El alma se desangra]

Que por favor no se me pasen estos veinte años.
Que los pilares de mi idealismo, dentro de otros veinte, no se hayan venido abajo.

paulasánchez

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