miércoles, 21 de octubre de 2009

Si aún dices venga, yo digo vale.


Paula (Sánchez) ya ha lacrado el sobre de esta noche. Acaba de llegar a casa y ha pensado que si su ánimo estuviese sentado en la cama de cara al armario a punto de escoger atuendo (el disfraz, para ser honestos), se habría enfundado la canción de Damien Rice que te está comentando ahora de pasada el ordenador. Y eso no es buena señal.

Paula tose de todo lo que ha fumado esta noche. En realidad lo que le pasa es que tiene hordas de conquistas a medias, adentro, fugitivas. Y cada esfuerzo que hace cada una de ellas por escapar y ser entera choca contra el pecho, lo voltea, retuerce la garganta y levanta una polvareda tal que Paula se expía a base de sacudidas de aire. Una convulsión por cada gana de volver a verte.

Paula se ha aproximado a cuerpos ajenos esta noche. Paula ha sudado, ha reído, con la colaboración de su par de pies ha reformulado el concepto de salsa, Paula ha posado los labios en una botella de Coronita mirándote de lejos y habría ofrecido al peor postor su don de la palabra por que te fundieras ese preciso instante en vidrio azteca. Para corona, tu mano en mi pelo. Tu palabra tras mi palabra (o el encadenamiento mutuo, ineludible y absoluto), laurel en rama.

Paula es consciente de que tú la has mirado esta noche. Paula ha firmado a regañadientes (la estilográfica aún huele a cicuta) el testimonio de tus ojos sobre otra. De tus manos. De tu vaivén: ahí va tu camisa pegada a dos pechos intrusos; y ven, a comprobar la imperceptibilidad de los míos. Que las manos de Paula han recorrido la curva de una cadera de hombre en vez de esbozar el contorno de las comisuras de tus labios. La ciudad en llamas de embriaguez si estudiaras el dorso y del reverso de las suyas, su pelvis pronunciada a ambos lados, su tendencia a ti.

Paula ha encontrado fácilmente su hueco en un cuerpo que medio le sonaba, esta noche. (Paula se habría derramado sobre el tuyo.) Paula catalogaría estas horas de impulsivas. (Paula habría repetido hasta la infinitud las cuatro que pactamos de improviso el martes trece de octubre; como el rodaje perpetuo de la escena que lanza al estrellato y protege del abismo del olvido; como una vorágine cuya fertilidad alimentamos por el mero hecho de ser dos y habernos encontrado.) Paula ha llevado toda la noche el reloj de otro. (Paula tacha las milésimas de barro en el calendario de arena para ser causa de tus casualidades.) Paula, además de ser causa, quiere ser efecto. (Y que tú la primera, y que tú la segunda). Que seamos indefinidamente viceversa.



Paula irá a desmaquillarse al baño en breves. Paula (algodón en mano, tacones desperdigados por el pasillo) dará irremediablemente con su imagen en el espejo. Paula sabe con certeza que no se va a reconocer.

4 comentarios:

  1. eeeh...qué maravilla es esta?

    ''Que seamos indefinidamente viceversa.''
    Otra vez me veo forzada a citarte allá por donde voy en estos mundos virtuales:)

    Me ha encantado. Paula (Sanz)está orgullosísima de compartir contigo el blog!

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  2. De lo Bueno, lo mejor.

    ELENA

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  3. Un placer encontrarlas, es insólito, pero esta ciudad tiene la gracia de voltearme así como un manteado, por eso no me puedo ir.

    sufro de apnea en las profundidades de tu espalda
    a la deriva apenas puedo flotar
    con solo una negra estrella que me guíe
    entre tanta desilusión

    mi blog es http://versosdesutura.blogspot.com/ por si me quieren visitar

    brea

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  4. Que grata sorpresa, paula mola, y tu blog tb.

    Te sigo :)

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