domingo, 28 de agosto de 2011

Deliquesce.

Who is madder? the madman or the woman in love with him?

1. Solid melts to liquid.

Ocurre que la vida
le azota en lo bajo del cuello
y casi la desnuca.
Tonta- le dice- tonta,
idiota,
maldita pluralista,
acepta el singular.

2. Liquid evaporates to gas.

Sucede que el cuerpo 
se le vuelve náusea,
acceso de fiebre,
escorbuto,
cáncer, tumba.
Porque el opuesto de tener esperanza
es tener dudas.

3. Gas condensates into liquid.

Ella quiere irse
de aquí,
con él,
como él,
a pesar de él,
incluso sin él.
Incluso para siempre sin él.

4. Liquid freezes into solid.

Pulir las piedras viejas,
recrearse en el ayuno erótico,
perpetuar la antigua devoción:
es todo inútil.

Mejor llorar por ser como han sido
que por lo que vayan a poder ser.


Paula Sanz.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Mujer de rojo sobre fondo gris.


-Art is art. Everything else is everything else.-
Ad Reinhardt.

Mis manos tenían vida propia, hacían aspavientos, dibujaban noches opacas en las que yo iba de rojo y él de sur y su acento era denso y el mío serpenteante. Yo quería decir que cómo no iba a quererle, cómo no querer a alguien así, pero solo me salían obviedades razonadas de mujer mediocre. Yo quería ser mejor que aquella que se lanza al sobreuso de los orificios, quería venderme por algo más de veinte dólares de taxi y dos tequilas.

Mis dedos acariciaban un anillo con forma de reloj que marcaba el mal paso de mi tiempo, el derrotismo cómodo de mi orgullo, la acolchadita memoria de tu contraoferta silenciosa. Yo pretendía pedir auxilio con la voz templada para no marchitar el oxígeno, para demostrar que había crecido. Una mierda de crecimiento, si mis pupilas se dilataban con el mismo desamparo que provoca una luz que se apaga. 

Mi pelo caía por su propio peso a un lado de mis hombros con un falso calor de velatorio helado. Yo quería decir que hay penas que no merecen, pero llegan; que hay penas que no merecen y aunque no lo hagan, yo las acojo como hijas de vientre abierto.Yo quería ser mejor pero me quedé en asequible.

Mi cara coloreada desprendía el brillo mate de las recién erradas, de esas que aún no han digerido el nubarrón lleno de clavos. Yo quería explicar que él me dolía como un descascarillado, minuciosamente irreparable. Yo quería mucho pero pareció que relataba una simple travesura.



[Yo no sé quién tiene la culpa de que los hombres ya no respeten a los hombres. 
Pero sé quién tiene la culpa de haber estropeado el beso de otros con historietas de callejón americano. ]



Paula Sanz.

domingo, 21 de agosto de 2011

No es ma, es pero.

 Threatening Presence, 1976
R. Motherwell


Esta es la historia de un chico que no sabía de arte y una chica que no sabía bailar. You see, I’ve been thinking about what you said the other day. About you liking classics. To be perfectly honest, that’s an awful pity. Do please let me explain modern art to you. Vale, vale, vale experimentaba él una profunda diversión porque a todos los extranjeros les encanta esa palabra y la inconsciente tendencia española a repetirla hasta la extenuación.

Él tenía los ojos de un cobalto rutinario,  tantos rizos como ella ganas de contárselos, una distancia entre hombros innecesariamente sugestiva y una tez demasiado morena para el gusto de ella; la de los ojos que se esmaltan al Sol, la de los pechos renqueantes, la de las piernas presentables. It was painted in protest at antidemocratic regimes after the Basque village was bombarded by German and Italian troops in 1937. Que no te enteras, que Guernica somos nosotros. 

Ella sabía más italiano de lo que él se imaginaba, y es que procuraba evitar los afloramientos de idiomas galanes porque, cuando él se explayaba en –ziones (la o abierta), -itàs (la a abierta) y otros placeres sensoriales, ella perdía la compostura de los que acompañan por casualidad. Él tenía huellas de tramoyista porque, sin saberlo, le informaba muy solícitamente de que el equivalente de pluscuamperfecto es trapassato prossimo (la o abierta) y a ella, claro, le entraban los calores desde los alambres funámbulos. 

Un buen día, ella fue a despertarle y se lo encontró leyendo en el jardín. Una buena tarde, ella fue a enseñarle la palabra embrague (el subconsciente traiciona y acabó diciendo embriague; en esto último, mejor no detenernos) y se descubrió encontrando fascinante la dinámica de un motor. Una buena noche, ella fue a cedersi y él, con su carcajada franca, le sorprendió distrandosi. So now you girls leave and ima stay here all by myself doing nothing; pues, qué quieres que te diga, ahí te quedes, Dante. Él, con sus labios como pulpa de mango que brota en dos, hizo gala de una masculinidad a prueba de orígenes y esbozó un I thought it would work. Ella retiró el hombro al despedirse: it didn’t work it backfired. Y tanto que si les salió por la culata, pues la historia del chico que sabía bailar y de la chica que sabía de arte es carne de aeropuerto.

paulasánchez

viernes, 19 de agosto de 2011

Begin anywhere.


El rún rún de los murmullos que opinan que me has echado a perder y yo sin saberlo. Los falsos apaciguadores, los mejorasíyaverás; que se creen que no me entero de los trasfondos. Estamos sometidos a juicio, te están destrozando a delitos aunque no me lo digan, lo siento pero te han hecho cruz y eso pocas veces se redime.
(People are often unreasonable, illogical and self-centered. Forgive them anyway.)

El mundo adquiere vocación de tumba desde que ardimos en tus hielos de pánico. Y el mundo es apetecible el resto del tiempo, cuando te atreves a mi descontrol. Aquel que no nos ha visto en inercia no comprenderá este amor cultivado en seco, que me alcanzas como una ola que incumple rigurosa con sus mareas. Pueden graparse los adjetivos negros: yo he paladeado las realidades de tu boca, los demás no.
(If you find serenity and happiness, they may be jealous. Be happy anyway.)

Lo has estropeado, no obstante. No has bramado, arrasado, descompuesto las hipotenusas de mi figura como me hubiera gustado. Yo les tengo infinito respeto a tus espinas pero siempre parece que eso me hace deleznable. Los ojos de pájaro viejo de los que me rodean me contemplan como la pobre imbécil que realmente nunca he llegado a ser. La compasión es un pozo de culebras.
(If you are honest and frank, people may cheat you. Be honest and frank anyway.)

En los confines de mi escote te has jugado la vida, te ha fulminado la incoherencia, has dejado descargar las fuentes sin arrodillarte a rendirles culto. Pero yo no voy a rechazarte aunque el destino se haya equivocado. Yo no huyo de las brasas derritiéndome las plantas de los pies porque quiero quedarme a escuchar. Que no se engañen, hay motivos que solo nosotros entendemos.
(You see, in the end, it is between you and me. It was never between us and them anyway.)


Paula Sanz.

martes, 16 de agosto de 2011

Arquitectura efímera.

 Joan Colom, 1960


Ah, pensaba que sí. Se le atragantan
los aires garbosos. El aguamiel
de la piedad le agrieta la garganta.

Yo sola, para azularme la piel
a golpe de pésames –de abstentes–,
me basto: tengo piedras a granel
y al yerro una tendencia persistente.

Maldita la indolencia que me atrae.
 Es lamentable electrizarme al verte
 –piensa mientras le habla y se distrae–.

Puestos a lapidar, que sea de frente
–exige al tiempo que la losa cae
aunque él no está de espaldas–. Él asiente,  
él sonríe lo justo y por cumplir.
Ella encuentra su falda improcedente.

paulasánchez

sábado, 13 de agosto de 2011

La procesión va por dentro


o la liturgia de las presentaciones.

Lassitude (1896), Lautrec. La femme à huis clos.


[...] Me igneas de cerca: no te había planeado
tortuoso de nariz, cobre de tez
ni tajante de mentón. De mi sed,
que responda tu incendio encanallado.

Dispensemos lo consuetudinado:
«Encantada de» poderte distraer.
—Tú te ríes y yo «tengo el placer».
«Te presento a» las horas que he pasado
pensándote antes*.
                                                     *Traigo la tarea
hecha de casa, como ves.
                    
Estrechar
manos es una broma de mal gusto
cuando las estrecheces escasean 
y el tacto acata lo protocolar. [...]
(He aquí lo que subyace a un «hola» etrusco.)

paulasánchez

miércoles, 10 de agosto de 2011

What goes around, comes around (except you).

To the girl in March wind with pure wonderment of thigh, calve and knee
C. Bukowski

Dícese de la congoja que es una [baja el tono, que te escucha] pluralidad de vejaciones precoces: tempranea que da gusto mientras se santiguan, escandalizadas, las emociones viudas a su paso. Dícese de ella que, como buena mujer, es volátil y es impía, porque acongoja lo mismo que consterna y que desuela, pero sin cuartel

Cuentan las malas lenguas que sus rasgos grotescos le escamaron todo atisbo de clemencia, de ahí que abata las nucas, atormente los ojos y amarre las comisuras de los labios. Y a continuación, murmullan [pero tú de esto no cuentes nada] que es vanidosa, porque se resiente cuando Paula tiene que resumirse en frases hechas para demostrar que merece la pena. Dícese de ella que es dueña y señora, pero de las que cobran.

Se anda rumoreando que es virulenta, porque todo lo carcome –y ojalá solo carcomiese porque entonces sería solo física– y que es dictatorial, porque usurpa a Paula íntegramente –el nudo en la garganta, en el estómago, en el denuedo– cuando esta teme su futuro dentro de españa, pero de aquella que perdió su derecho a la mayúscula

Aventuran los más versados que es ceniza, porque incinera los ímpetus de idearte como versos de Blas de Otero [Me pego a ti, me tiendo en tu regazo / como un náufrago atroz que gime y nada, / trago trozos de mar y agua rosada: / senos las olas son, suave el bandazo], pero sin la elegancia.

Sin embargo, y por encima de todo, dícese de la congoja que es cobarde:
apenas sí mira cuando Paula no se atreve a estanterizar  la guía de París que lleva mes y medio reposando intacta en la mesilla [pero de soslayo, como si la cosa no fuese con ella].


paulasánchez

martes, 5 de julio de 2011

A rush of blood to the head.


Estaba yo comiéndome un huevo cocido sentada en un banco de la calle Emilio Muñoz, cuando vino a hablarme. Tendría treinta años, un cuerpo nada compacto, poco apetecibles los labios, los ojos de un color que no era marrón. Se sentó de golpe, con furia, y tecleó un número como quien llama a la ambulancia. Yo seguía pasmada mirando a los traseúntes, con el huevo cocido a medias y restos de miga de yema entre los dedos. Estaba yo pensando en mis asuntos de aviones y continentes, del qué dirán y del qué diremos; estaba yo agonizando por el hecho de que el día cinco me iba a cambiar la vida, no se sabe bien hacia qué dirección. Resultó que nadie le respondió al teléfono y entonces se giró y me dijo ''oye''. Me dí un poco de susto y casi se me cae el huevo pero me dieron tanta pena sus ojos que no eran marrones, su tronco que no era bonito, su boca dañada, que tuve que contestar. ''Dime'', le dije, como si nos conociéramos o quizás como si nos diéramos igual. ''Me ha gritado que no me quiere. A la cara me lo ha gritado y luego me ha dicho que no le malinterprete, que también le gusto. Tiene problemas, problemas del alma si es que eso existe, y me tiene cosida el alma a mí a cicatrices, como quien hace punto de cruz'', me soltó. Se me ocurrió ofrecerle mi manzana, pues yo, en el fondo, no me la iba a comer porque no me gusta nada, pero a la gente le gustan las manzanas, la gente es así. Me negó educadamente con la cabeza y siguió hablando. ''Nosotros nos queremos y nos odiamos a partes iguales, solo que yo siempre he querido más y él nunca ha odiado correctamente. Somos como dos desequilibrados tirándose mutuamente del brazo, intentando hacerse caer al vacío. Así dicho suena triste, suena mal, pero luego también tiene su lado bueno''. ''¿Cuál?'' le pregunté yo, después de tragar un mordisco de huevo. No veía ningún lado bueno en su historia. ''A veces, cuando se ríe, es como si la felicidad fuera mía, como si la compartiera conmigo desde la esquina inacabada de su sonrisa. A veces, si nos tocamos, el huracán lleva nuestro nombre. Eso es inusual, es valioso. A veces noto que realmente me asimila, que me siente. Sí, eso es.'', explicó. Antes de poder yo decir nada, volvió a marcar en el móvil y respiró profundo. Se le erizó el vello de la nuca cuando sonó una voz -la voz de aquel hombre que no sabía quererla y que la estaba rompiendo-, se levantó rápidamente y se puso a caminar calle arriba sin mirarme más.

Estaba yo terminando mi huevo cocido sentada en un banco de la calle Emilio Muñoz, pensando en mis asuntos de aviones y continentes, del qué dirán y del qué haremos; estaba yo agradeciendo el hecho de saber que tú no eres un veneno suave en mi vida, que no me obstruyes, que no me descalabras. Estaba yo agonizando porque se me iba a desviar la vida en un par de semanas. Estaba segura, sin embargo, de que mi historia sí que tenía lados buenos y pocas manzanas. 


Paula Sanz.