jueves, 14 de enero de 2010

Doble soneto del día después.



Los vestigios del plural saben a vino rosado.
Muy dignas, en la mesa del salón,
tres botellas de vino desafían,
¿sobrio? eco de cierta algarabía
que anoche confluía en tu colchón.

Hoy recurro tu ardor por omisión.
Dedico un réquiem a nuestra afonía.
Ni tu hermeticidad ni tu apatía
son santos de mi (escasa) devoción.

Condeno una a una tus asperezas,
la vigencia limitada de tus «Quiero.»,
la física impersonalidad que nos vincula,

el confinar al desuso la franqueza,
el mapa de Europa de mis vaqueros
y mi tendencia al hombre que recula.


La humanidad consciente y otras excusas.
La catedral que tengo por orgullo
no va a tocar maitines hoy, se siente.
El lleno hasta arriba de penitentes,
que solo viene a misa a armar barullo,

ha quedado desierto ante el arrullo
de tu lengua y tu acento entre mis dientes.
Estoy harta de hacerme la decente.
Entre honor y carpe diem, ganas tú. Yo

doy porque tú no: he aquí mi inexperto
e insalubre concepto de VIVIR.
Sé, en el fondo, que estamos caducando.

Pero mejor hago que no me acuerdo,
me acoplo a tu mullido subsistir
y enjaulo mi amor propio a cal y canto.

paulasánchez

2 comentarios:

  1. DESCOMUNAL.
    No digo más, porque escasean los adjetivos contigo ya;)

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  2. Yo

    doy porque tú no: he aquí mi inexperto
    e insalubre concepto de VIVIR.

    Muy guapa la frase :)
    Dar por dar es tonteria! El dar solamente tiene sentido cuando se entrega algo de verdad y de manera natural y si eres consciente de la poca equidad de tu relación no creo que el dar sea muy sincero, ni contigo ni con la otra persona.
    Hacer como que no te acuerdas es un lastre que tarde o temprano te pesará. Y no creo que hables de amor propio, sino de fidelidad a uno mismo, que amor propio para mi por lo menos tiene connotaciones de egolatría.

    A mantenerse fiel a uno mismo! :)

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