lunes, 22 de febrero de 2010

La anáfora de los cuerpos cuando jóvenes -y, por ende, profusos-.


Hoy no escribe Paula Sánchez. Enarbola el florete de la palabra el hartazgo del caviar de metáforas cuando estas seducen al paladar de un comensal concurrido: el frenesí de emigrar del pronombre numeral cardinal Uno al derecho a emplear el adjetivo Mutuo. Tanto rococó para tan poco retablo, hay que joderse. A una le aburre soberanamente que las credenciales de un hombre sean siempre y en todo lugar tinta corrosiva sobre el papel de estaño que envuelve a la mujer. Que la naturaleza parezca haber establecido que el curso de un cuello con nuez riegue de hiel el carmín en que desemboca las noches de sábado. Paula Sánchez está cansada de hablar de amor.
Tampoco acusa hoy, la susodicha. No está el horno para bollos, la pluma para sonetos, la puta para remilgos. Ha clavado la daga que antes se hendía en recuerdos de otros en la tierra áspera a los pies de un hábito demasiado consciente de sí mismo. Como quien entierra un hacha de guerra, vaya, pero a medias. Por suerte o por desgracia, sabe que más tarde o más temprano querrá regresar a quitarle el polvo y no es menester ensuciarse las manos, que aquí somos todas señoritas hasta que se demuestre lo contrario. Paula Sánchez está francamente cansada de recitar a Aristóteles para luego resultar el vivo retrato de la plebe que este tachaba de inútil de tanto dejarse llevar por sus pasiones.
Paula Sánchez se siente tan gilipollas cuando salen de su boca Querer y demás verbos infecundos como cuando pasa más de diez minutos mirándose al espejo. Porque los cuerpos que funden en el abrazo de zafiros y tules su retórica (el de hiedra mustia su uso de razón) son tan doctos en afecto como ella pródiga en libido. Paula Sánchez está profundamente cansada de asistir a esta descoordinación de objetivos en la mesa de negociaciones que tiene por corazón.
La cordialidad incivil de las efusividades imberbes, cuando efusivo solo califica desajustes e imberbes atenúa las condenas, sabe igual de agrio que contenerse firmando Atentamente en lugar de Hasta nunca. Así que como una se hastía de tanto regar con vino blanco sus jardines de Babilonia particulares, esos donde de los cipreses solo quedan las cenizas, y de tanto sacarle lustro al lienzo para que el público solo cante las loas del marco, vamos a darnos un respiro. Vamos a oprimir los corazones que sienten junto a la alborada, con permiso de Lorca, y a quitarle a Neruda el gusto por los silencios de su amante ausente. Por la cuenta que nos trae.

2 comentarios:

  1. Esto ya es una locura. Me remito a mi facebook. Lo he decorado todo, todo con tus frases:) Maravilloso, qué quieres que te diga. Y no podría estar más de acuerdo, obviamente!

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  2. Como mola esto de los registros... venganza labrada en pan de oro pa que lo entienda no el que lo lea, sino el que ande en el mismo rebobine...eres una descontenta en toda regla,te invito a nuestro club...quiponroquin

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