lunes, 25 de enero de 2010

Je ne m’habitue pas à vouvoyer.



Tengo una alegoría de veinte años muy mal aprovechados. Los tengo vestidos de traje y corbata, repanchingados en dos asientos de cine que alguien se debió de dejar olvidados en un descampado de la periferia de Madrid y que aparte de huérfanos están descoloridos y mordisqueados, están los pobres de un taladrado que el polvo de la juventudporamoralarte campa a sus anchas por sus recovecos extendiendo a su través un moho sospechosamente idéntico al síndrome del Niño de Papá. Me he sentido y me siento el producto (caro pero de mala calidad) de una sociedad que todo lo tiene al alcance de la mano y que no reconoce la felicidad ni aun teniéndola a dos centímetros de la puta punta de sus dedos occidentales.
Tengo un pasado glorioso que nunca fue consciente de las medallas que iba logrando por mérito propio y de los honorarios que se podía hacer pagar por la sencilla razón de que nació a raíz de que se le despreciara; un pasado que en su momento fue presente herido de bala y del filo de la indiferencia, y que se nutrió de ideales tangibles que giraban en torno a vivir por y para los demás, a dedicarlo todo: vida privada, académica y tiempo libre a hacer felices a los seres humanos que le premian con el mero hecho de existir y permitirle saberlos vivos, porque absolutamente nada más en este mundo tiene sentido. Quitarse los galones (uno a uno) (lentamente) (porque se relegaron al óxido los aperos de labranza que antaño cosecharon las victorias de uno) duele más que arrancarse la carne a jirones.
Tengo un pasado reciente que apesta a exceso: exceso de vacío, de humo, de hombres, de desasosiegos por mi efigie, de puerilidades, de inconsciencia consciente y deliberada, de resquemores, de ausencias destacadas en el juicio ante el tribunal de mis responsabilidades, de mañanas de domingos empleadas en dormir, de los contornos propios y ajenos sumidos en un sfumato acojonante de puro vívido, de traición –tal vez solo de provocación- facultativa a lo que uno fue y de capitulación resignada ante lo que uno siempre ha tenido claro que nunca quiso ser. Este pasado reciente gracias a Dios -y lo digo con unas ganas como catedrales de no laicizar mis expresiones- le ha cedido la cartera a un presente en vías de restituir la integridad que un día me caracterizó. No me quiero entusiasmar, pero creo que estoy bocetando los primeros contornos de una manera de existir enferma de horror vacui.
*

Pero lo que más tengo son ganas de romper en pedazos el cenicero donde apagas tus bocanadas anhelantes de vida, Paula, despellejar la pluma con la que firmas tus testamentos, reprender por su rebeldía deliberada a tus púberes rabietas de mujer con vida, hacerte ver que los espejos cóncavos del callejón del Gato donde se acicala tu esperpéntica manera de leer el hoy y el ahora son espejos y son cóncavos. De cogerte por los hombros y zarandearte, extenuada para gritarte que quién te crees que eres para blandir motivos (subterfugios) con los que venirte abajo. De contradecir tu desesperanza crónica, pero de contradecirte dando una mísera credibilidad a mis argumentos. Porque si no me los creo ni yo, el semblante tramoyista de mis banderas no va a ondear ni a media asta.

Yo amo este fenómeno incomprensible que es la vida, y que de puro grande y de puro incomprensible alude a una fuerza mayor, cuya magnitud a su vez es tal que parece de película. Así te lo digo: el mero hecho de que ahora tú y yo estemos respirando es surrealista, todo esto es un jodido cuadro dadaísta, un cubo de rubbick con parches de colores distribuidos de manera anárquica. El problema radica precisamente aquí: si dicha fuerza resultase cierta, todo sería tan jodidamente perfecto que no sería justo, porque no nos lo merecemos. Yo no me merezco una vida eterna, igual que ninguno de nosotros se la merece. Asistamos todos al baile de la sinceridad donde todos nos desenmascaramos y nos desvelamos desnudos de todo atavio salvo de nuestras deudas al mundo: voluntaria o involuntariamente, permitimos que haya gente que sufre. Yo amo la vida, repito, y quiero creer, táchame de quimérica o de débil, quiero con todas mis fuerzas creer que hay algún motivo, me da igual cual sea, por el que se me ha concedido la posibilidad de evitar esto último, y que ese motivo se me escapa porque no soy físicamente capaz de discernir la realidad que me rodea. Y como no sé nada, como mi realidad más absoluta es lo que veo y lo que toco, me limito humildemente (no me permito el lujo de desplomarme porque lo tengo todo) a alzar la frente y afirmar: yo no me dejo vencer por el terror que me invade al imaginar que las manos que hoy teclean descansarán algún día inertes bajo tierra.

2 comentarios:

  1. Los pelos de punta.
    La frase final me ha dado un miedo increíble de tan CIERTA que es, de tan REAL y de tan estrellada contra mi cara.
    Me lo leeré un par de veces más para ''come to terms with myself''. Qué grande, Paula, qué grande, de verdad.

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  2. Enorme texto, de clap clap clap.

    Cuando hablas de desnudez me recuerda a Camus en la caida, cuando hablas de no saber me imagino a Socrates, cuando hablas de darse a los demás me resuenan los ecos de "ama al projimo como a ti mismo", cuando hablas de vacuidad me veo a mi mismo demasiado y cuando hablas de la aparente falta de sentido de la vida te mando con lacito incluido una cita de Hesse. No te revelará el sentido del mundo pero alguna pista espero que te de. Hermann Hesse en "Mi Credo"
    "El credo al que me refiero no es fácil de expresar en palabras. Podría explicarlo así: creo que, a pesar de su aparente absurdo, la vida tiene sentido, y aunque reconozco que este sentido último de la vida no lo puedo captar con la razón, estoy dispuesto a seguirlo aun cuando signifique sacrificarme a mí mismo. Su voz la oigo en mi interior siempre que estoy realmente vivo y despierto. En tales momentos intentaré realizar todo cuanto la vida exija de mí, incluso cuando vaya contra las costumbres y leyes establecidas. Este credo no obedece órdenes ni se puede llegar a él por la fuerza. Sólo es posible sentirlo"
    Y hablando de desnudez http://www.fotolog.com/wulf87/11447386 . La entrada para variar tiene que ver con "El Sentido".

    A dejar de buscar el sentido por doquier!
    Enhorabuena por el texto :)

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