domingo, 24 de junio de 2012

What I saw and how I lied.



[Se equivoca quien crea que un poeta es alguien que observa el crepúsculo. Me temo que un poeta es más bien alguien que tiene la necesidad de comerse el crepúsculo y correr después por la calle gritando y riendo y llorando porque no puede soportar más no se sabe el qué mientras siente cómo el mismísimo sol trata de salírsele del pecho.]
 
Intentad comprenderlo.

Nunca he sido de las que usan sus caderas de péndulo para amansar a los hombres. Nunca he roto la pulpa de la fruta con los dientes para engatusar a las mujeres. Siempre he ido con mis huesos en pico, en la mala prisión de mis fierezas, estallando vasos de bar en bar, sabiendo que alguien me sacaría de esta.

Por eso,

me pareció extraño estar ahí, en silencio. Un silencio en avanzado estado de putrefacción. Como dos muertos vivientes que lamentan haberse conocido a estas alturas. Y yo que estaba deseando derramar mis intenciones hemofílicas en su oído. Llega un momento en el que se alían poetas y estrellas del porno y paren críos con nombre de corazón violento. Es ahí donde yo quería estar, en el núcleo abismal del desenfreno. Con él, sin que me sobrara como el resto. Porque él iba a sacarme de esta, pero no.

Intentad comprenderlo.


No todo llega. No llueve en sequía, no llega el pan a la boca del hambriento, no llega la compañía al solitario, no llega el quererse a los que tienen la osadía. Siempre creí que un día alguien te coge de la mano y no te la suelta, venga muerte o venga tierra. Pero si lo mejor que he encontrado de pronto se me antojó como un invierno viejo, si lo más honrado que conozco me dolió como un cactus entre los muslos, entonces no me compensan todas estas leyendas. 


Por eso, 

su voz fue un estruendo que hizo eco en aquel cuarto desalmado. Incluso a medio dormirme, me sacudió desde dentro. Como una vibración que pesa.

Silencio.
- Aquí ya solo me quedan historias que cerrar.-
Silencio.
- Voy a pedir el taxi...-
Silencio.
- Vale, venga.-


Supongo que no es su culpa ni tampoco la mía. Es la vida, que todavía no ha aprendido a estarse quietecita y calladita.

[Y son una gente terrible, los poetas. Viven con una extraña intensidad y cultivan pasiones obsesivas y descomunales. Son estruendosos y teatrales, horriblemente sensibles, disparatados, brutalmente sanguinarios.]



Paula Sanz.
(el texto entre corchetes http://www.elcorreo.com/vizcaya/20120608/mas-actualidad/cultura/bilbao-fondo-poetas-201206071919.html)

miércoles, 6 de junio de 2012

Never judge a lady by her lover.


Fotografía: Willy Ronis

Sucking the marrow out of life doesn't mean choking on the bone.
- Dead Poets Club (1989) -



Juicio #1. Irse de rositas: dícese de quien está haciendo el idiota.
No puedo competir contra alguien así. Contra un verdadero estratega o contra un estúpido, según se mire.
 A veces me pregunto si fue por mí que nació un engreído o si la vida hace esto a menudo.

Juicio #2. Hacer un pan como unas hostias: acto previo a irse de rositas.
Ha tardado en amanecerme la idea de que me convulsionabas los oscuros más de la cuenta. 
Y todo el tiempo que yo pensé hay una lunática, una lunática metida en esta cama, fue todo el tiempo que tú viste lo mismo, un cuerpecito, una esperanza sucia, un plato de carne y si me empacho, no me acuerdo. 

Juicio #3. Echar una cana al aire: queda feo así dicho, lo hicimos bastante mejor.
En cambio, él. Nada me ha preparado para el privilegio de no sobrarle. No me desenvuelvo bien ante su calidez fieramente humana
. Y todo el tiempo que yo pensé hay una lunática, una lunática sentada en este asiento de copiloto, fue todo el tiempo que él no vio otra cosa que una mente y unas piernas y unas comisuras conocidas, una mujer suicida de sus reencuentros, una única ternura, un resplandor en crudo. Pero por mucha cursimetría de las cinco de la mañana que empleemos, yo soy menguante y él expansivo. Jamás se cruzarán las líneas paralelas de nuestro buen hacer.

Juicio #4. Estar a mis anchas:
pues hace mucho tiempo que esto no.

No pasa un solo día sin que alguien me recuerde que soy molesta. Cuatrocientas horas compradas a la tramoya y a la flaca autoestima. No puedo competir contra alguien así. Contra una desahuciada de sus propios méritos o contra una sensibilidad extrema, según se mire. Ya he dejado de preguntarme si es por mí que la gente se ensaña o si la vida va a hacerme esto a menudo.


Juicio #5. A Dios gracias: que menos mal que te has ido, de rositas o como te dé la gana.






Paula Sanz

martes, 22 de mayo de 2012

La tendre race animale.


[...] un monstre qui ne fait que le mal
et qui croit être sûr
de découvrir les causes profondes,
et meurt trop tôt. [...]

Jean Cocteau


Hay una cosa que me impacienta sobremanera y es ver a la gente tranquila ser feliz.

Me impacienta de fuera, tangencialmente, en las conversaciones de las parejas en el transporte público. Cómo no le dejas plantado allí mismo (me pregunto, mordiéndome la lengua, deshecha en resoplidos), entre parada y parada si hace falta, cuando él te habla de banalidades como que hoy en el trabajo sucedió equis y no de lo estremecedora que empieza a ser la perspectiva de tener una izquierda europea sólidamente constituida a base de elecciones y referéndums, aunque sea una bárbara la que convoca estos últimos.


Personalmente, me supone un reto de colosales proporciones ver la felicidad de otros allá donde reside la infelicidad mía. Me impacienta de dentro, taxativamente, cuando me sacan a cenar y me hablan de que hoy en el trabajo sucedió equis, de anteriores parejas o, peor aún, de dinero. Con lo cómodo que sería elucubrar sobre el papel de la sociedad civil en Líbano ahora que están desalojando a la población extranjera por posible contagio con Siria. Una cae redonda. De verdad que la facilidad de la mujer ante ciertos contextos conversacionales es irrisoria.

Impacientarse, como las virtudes aristotélicas y las fiestas de guardar, procede de la costumbre. Nos acostumbra a estimar al ser humano a través de un utilitarismo disimulado: me ofrezco en una medida directamente proporcional al tiempo que se consiga mantener a mi curiosidad boquiabierta. Soy consciente de que mi praxis colisiona con mis postulados: un proyecto de a dos solo tiene sentido ante la sensata determinación de hacer feliz al otro, no en función de lo efímero que sea el camino a la verbena (si se quiere, ¿por qué esperar?) o de lo intenso que sea el pasodoble (la cantidad de adrenalina que se emita en la colisión dialéctica).

Algunos domingos por la tarde me sucede que me cruzo en la vida de alguien que no vive a matacaballo, que representa a esa franja del género humano que bendice la tranquilidad.   Esa que ve impericia en la impaciencia. Esa que no parece preocupada por el miedo que cimienta un modus vivendi consistente en mucho exponerse y poco dormir: morir (demasiado) pronto. Esa que luce destrezas discutibles como tener poca memoria o planear con calma. A una se le atascan las balas de fogueo cuando se sorprende volviendo a casa entre moralejas (Paula, debías haber reparado en la idiosincrasia del curso de la historia: lo que para ti ha de detonar ya, a otros todavía les está pillando de improviso), cuando a una le estriban los líbanos y cuando a una le apagan las verbenas.


paulasánchez

domingo, 20 de mayo de 2012

The bedroom hymns.



Lo pensé, ¿cómo ha descompuesto el tiempo a la niña, que es ahora una mujer de suplicio? En vez de eso, dije:

- Cuánto tiempo. Resúmeme estos dos años en cinco palabras y nos ahorramos las historias cursidramáticas.-

Me he convertido en una mujer de olores, de sábanas que me tragan a los estómagos del sudor agrio, de madrugadas de orín confuso. Perdí la calderilla de fe que me quedaba en un atraco a mano amada; mano que luego, menos querer, desquició del todo. Yo solía ser capaz de parir selvas y darle volumen al viento. No dejaba de pensarlo, ¿cómo ha descompuesto el tiempo a la chica, que es ahora anciana en sus propios miedos? En cambio, te dije:

- ¿Y qué te apetece hacer, a dónde te quieres ir?-

Como si yo te estuviera regalando mi esperanza, a falta de algo más bonito. De las muchas personas que conozco, tú me haces la más buena. No guardo ni una sola tiranía sobre nosotros, ninguna bóveda sucia bajo la cual hacernos daño. Pero ahora me he convertido en una depredadora de instantes y vomito si me paso de piel en los almuerzos. Empecé a pensarlo, ¿cuánto aguanta la delicadeza fresca antes de que le llegue el moho?, y riendo, te dije:

- ...pues sola, solísima.-

Porque si lo dices con gracia, hasta parece mentira. Para mí es tan obvio el deseo de desasirme del hierro espinado y tan imperceptible para el resto. Es complicado entender el siniestro contrapunto entre las apariencias y las ciénagas. Lo estaba pensando, ¿cómo sobrevivir a esta mala partida sin un dios, sin cariño, sin paciencia? No es sostenible, mi frío incólume, no es sostenible esto, y sucedió que se me escapó el sufrir:

- Ya no soporto estar más así.-

***

Cayó una tormenta mientras hacías eses con tu lengua. Por ser tú, me quedé a dormir. De las muchas personas que conozco, tú me haces verdaderamente la más buena.




Paula Sanz.

domingo, 13 de mayo de 2012

Sacré bleu.

Para vivir un año es necesario

morirse muchas veces mucho. 

-Ángel González-


Ya nunca hablamos de esto:
De las veces en que violé el código de los desamparados
a punta de memoria,
de que miro y no me veo reflejada en nadie,
de mi esqueletal concepto de abrazo.
Es todo muy desalentador...

...y ahí está la vida,
conmigo hincada en el lomo hiriente,
silencio agarrando silencio,
conmigo, y ya muriendo.

Solo yo sé de qué vive y de qué muere tu honor
pero ahora he conocido a un poeta
y ya no tengo tiempo
de desearte buena suerte en tu nueva cama
ni de venderte mi droga al oído.

Que la vida no es amable,
eso ya lo intuí,
muy de lejos,
antes,
en aquellos años de juventud.
Es todo muy desalentador...

...pero yo aún te sigo porque creo
que en el fondo hay algo,
y que el arpa cárdena de mis pasiones
no volverá a ser egoísta.

Ya nunca hablamos de esto:
Todo sería distinto si estuvieras aquí
o si jamás hubieras estado,
pero ahora he conocido a un poeta,
boca negra y azules manos,
y hemos apalabrado mordernos los fallos.


Paula Sanz.

sábado, 28 de abril de 2012

The sweetness at the bottom of the cake.

Man hands on misery to man.
It deepens like a coastal shelf.
Get out as early as you can,
and don't have any kids yourself.
-Philip Larkin-


No me queda nada de lo que era,
por eso tengo que rellenarme de nuevo
con cualquier guarrería,
porque no soporto esta vida limpia que llevo.

Hasta que no encuentre alguien que sepa hilar
cinco frases bellas detrás de una blasfemia,
hasta que no se me encojan los dedos de los pies
con el terraplén de una boca,
voy a ser muerte.
O peor, pena.
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- ¿No te molesta que ahora todo el mundo escriba?
- Cuando baje la espuma, ya veremos qué altura tenía la ola.
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Esto se reduce a que soy un saco de huesos
que nadie nunca ha querido,
porque doy angustia
o porque no doy bien,
y me estás haciendo llorar
con esa manía tuya de apedrearme los recuerdos.

Me cuesta sopesar lo que me pasa,
esta personalidad aparatosa 
que no me quito ni tiesa,
estas rarezas, estas profundidades, estos dobladillos.
Es tan complejo encontrarme,
y me estás haciendo llorar
con esa manía tuya de decir: 
haz lo que quieras, pero a mí.
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- ¿Entonces qué te asfixia?
- Me asfixia el cierre temporal de sus piernas.
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Ni en un millón de daños
voy a aprender a sortearme
pero si alguien pudiese solo apoyar su mano sobre mi mano
y regresarme
quizás así entonces yo encuentre sensato aceptar
que yo le quería por muchas más razones de las que perdí.
Que estoy intentando salir viva de aquí.
---------------------------------------------------------------------------------- -¿Y de dónde salen tantos poetas?
- Amiga - dice - es que hay mucha gente jodida en Madrid.
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Paula Sanz

domingo, 8 de abril de 2012

A mouth made to do violence on.

-La vida es una muerte que nos lleva tiempo.
Emily Dickinson-



Veo color fucsia mientras reboto en el suelo y vuelvo a alzarme en el aire. Para quien quiera morderme el cuello, sabrá a sal y a colonia. Se me alborota el pelo, me doy empujones con la gente que me rodea, veo azul neón, veo naranja tibio, me casco la voz. -¿Quieres otra copa?- oigo, -No,no,no, gracias, si es que me las estoy tirando encima-. Y entonces, por primera vez, en mis ojos no hay sitio para nosotros dos. Soy solo yo, con mi vocación de incidente de diminuta tragedia. Con los campos ociosos de mi cuerpo donde no se recolectan los arándanos. Con las manos sumisas de mis tardes. A medio vuelo, las puntas del pie casi tocando la superficie pegajosa, el empeine en una curvatura que se parece a un orgasmo delicado, se desata en mí la libertad. Consiento que le dés paso a una mujer nueva que sepa naufragar cada cinco palabras, que puedas escoltar a tu gusto. Yo estoy que reviento pero no más ropa interior sudada de incoherencia. Noto la ginebra reverberar en mi garganta y me trona el pecho con la música. El humo de los cañones me difumina, veo amarillento, veo verde lima, sujeto un hielo entre mis dientes hasta que me duele. -¿Estás con alguien?- oigo, -No, ahora soy yo la que está sola-. Sin esa persistencia tuya, que aparecías de golpe y lo estropeabas todo y yo lo estropeaba también. Aunque no siempre; a veces nadábamos juntos río arriba entre las algas y nos sacábamos jugo, felices, tranquilos. Esto se lo hará el humano mutuamente hasta la eternidad: un juego de palas y sangre, contigo y sin tí, contigo y sin tí. Intento descalzarme pero noto los cristales en mis plantas. He aprendido de una en una las normas de los talones y las medias rotas. -¿Te vas ya? Quédate, anda- oigo, -Si me quedo vas a tener que sacarme de aquí como un saco de patatas. Nos vemos-.


[...]

Al llegar a casa, me quedo en blusa fumando en la ventana. Yo no fumo pero hoy me viene bien. Es curioso, que las cosas muten de esta forma, que yo me sorprenda haciendo lo que tantas veces te he visto hacer. Que sea esta intimidad infinita y menuda la que me quedo de tí. Veo burdeos, veo gris niebla, veo rosa seda y ya ves, tú me la pagas con hembra y yo me termino el cigarro encantada poco antes de las seis-cuarenta y tres.


Paula Sanz

domingo, 1 de abril de 2012

Lick the palm of the burning handshake.

Quant aux gens que j'accuse, je ne les connais pas, je ne les ai jamais vus, je n'ai contre eux ni rancune ni haine.  Ils ne sont pour moi que des entités, des esprits de malfaisance sociale.  Et l'acte que j'accomplis ici n'est qu'un moyen révolutionnaire pour hâter l'explosion de la vérité [...]
Émile Zola,  J'accuse,  1898


 
1. J'accuse ma moyenneté (I accuse my averageness).

Me olvido de abrocharme los botones del vestido por las prisas. Hago llamadas importantes con voz importante y doy las gracias cada cinco minutos (gracias de seguir viva, digo). No suelo cenar, duermo siestas a las dos de la mañana y se me dispara la nómina (el disparo en mi sien, casi). Me proyecto, medro, aprendo, capturo, progreso. Perfecciono el apretón de manos, descruzo las piernas en el momento justo. Me engulle el éxito, me abraza el éxito, voy a comprarme vestidos con cremallera porque
my time is money, 
repiten aquí hasta la saciedad y yo me tapo los oídos: me da pánico ser capital humano. Ser tan aria como ellos me inmuniza cuando digo que soy del sur de Europa, que aquí es sinónimo de parasitismo económico y desempleo. En la calle de las embajadas me pagan por conducting strategic analysis and being foresight-oriented, que es como llaman aquí a pensar, aunque ser analista estratégico senior no les impide mirarte las piernas mientras te explican gráficos. Los viernes por la noche me cruzo con mi antítesis en fiestas de expatriados donde solo se hablan lenguas bárbaras.

2. J'accuse ma gourmandise (I accuse my gluttony).


Por cada euro que cobro se endurecen más las rocas de mi cantera. No quiero decirlo, no quiero decirlo pero eres la viva imagen de mi soledad y mi fracaso. Mejor tú que nada, mejor tu atención que nada, sentir que aún existe una masturbación con nombre propio. Haz algo conmigo, dame cuerdaNo me obligues a decirlo más, no me obligues pero podrías ser cualquiera y sin embargo, te quiero más para mí. El recuerdo de las flores rotas bajo la almohada se arruga en mí. Me abrumaba la vida entonces, me abrazaba la vida, tengo claro que
                                            nuestro tiempo era oro,
so much so I would still be willing to get earthly with you, even though the only thing you ever got right was kicking up my dust. Go on and tell me again how beautiful my breasts are, how I would be damned to eternally remain undressed from the waist up if you were granted the rare honour of bridling my bareness. I am shamelessly gagging for it. For the manlier you. For the uncivilised us.


3. J'accuse notre fragilité (I accuse our frailty).

Don't get me wrong, dear. I am not letting your theatrical betrayals fall apart at the seams. My mendings itch but I will last it out. Our pathetic threads have been spindled; now I dare us to
let gold rust but learn from time.
Se te perdona que me apostaras en una partida de dados, tus ademanes de casanova barato, tu lujuria de cristal. Se me perdona el recordarte a la carta (en forma de momentos, de frases: tú fumando en la ventana;  no me das miedo, Paula) y a deshora.
Se te perdonan el rechazo, la acritud y la vuelta a destiempo. Se me perdona el recordarte a la carta (en forma de momentos, de frases: quitarte las gafas antes de seguir; vuelve ya a Madrid) y a deshora.



paulasánchez y Paula Sanz